sábado, 31 de octubre de 2009

El Copihue

Nombre Científico: Lapageria Rosea


La Flor Nacional de Chile crece en los bosques del centro y sur de Chile (desde la Quinta a la Décima Región).

El copihue es la flor de una enredadera perenne, única especie del género Lapageria. Puede superar los 10 metros de altura al trepar sobre arbustos y árboles. Su flor tiene un color rojo intenso, aunque se pueden observar variedades de tonos rosados, blancos y marfil. La flor tiene forma de campana y está compuesta por 6 tépalos (3 internos y 3 externos) y 6 estambres. La flor puede medir como máximo 15 centímetros de largo y 10 de ancho.

Sus tallos son retorcidos, flexibles y resistentes. Sus hojas tienen forma ovalada y son duras. Por fuera, son de un color verde oscuro y por el interior, es un poco más claro.
Debido a su lentitud (demora más de 10 años en florecer) y a su alto valor comercial, el copihue está en peligro de extinción, por lo que ha sido declarada "especie protegida" por la Ley de Bosques.

Esta flor característica de las tierras del sur de Chile, es protagonista de varias leyendas mapuches. Una de éstas cuenta que los guerreros sobrevivientes de las batallas, subían a los árboles para ver el resultado de la contienda. Al darse cuenta que sus compañeros yacían muertos en el suelo y que sólo reinaba la destrucción, ellos derramaban lágrimas que se convertían en flores de sangre. Así, los copihues permitían recordar a los espíritus de los muertos en batalla. Otra leyenda cuenta la historia de dos príncipes, la princesa mapuche Hues y el príncipe pehuenche Copih. Ambos se amaban en secreto hasta que un día fueron encontrados por el padre de ella, Copiñiel, a orillas de la laguna Nahuel. En ese mismo instante, Copih y Hues fueron atravesados en el corazón por lanzas, muriendo ambos y hundiéndose en la laguna. Tiempo después, los pueblos mapuche y pehuenche, tristes por la ausencia de ellos, se reunieron en las orillas de la laguna para recordarlos. Al amanecer, dos lanzas emergieron de las aguas, ambas estaban entrecruzadas y amaradas por una enredadera y en ella habían dos hermosas flores alargadas, una roja como la sangre y otra blanca como la nieve. A esas flores las bautizaron como copihues, en honor a la unión de los enamorados.

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